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jueves, 7 de octubre de 2010

LA EDUCACIÓN EN MÉXICO ¿HACIA DONDE SE DIRIGE? Por Psic. Daniel Sixtos Cruz.

Es quizás la pregunta más difícil de responder, no por falta de convicción, sino que durante la práctica abunda un ente sombrío; el miedo al cambio. Y es esta frase la que evita, a cualquier costa, el incremento de una sociedad en todas sus aristas. Pero este cambio no debe de resumirse en una faceta específica de la sociedad, pues nada permanece aislado de ningún otro evento.


Chomsky (2004) hablando de la cuestión educativa, nos señala un punto importante; el estudio se realiza con el afán de memorizar, de obtener una calificación “excelente” de acuerdo a la sociedad, pero es aquí que radica uno de los problemas: nuestro conocimiento teórico nos sirve como base, pero termina siendo obsoleto cuando no se lleva a la práctica. Y así con una u otra generación, este procedimiento ambiguo se repite, entonces debemos de encontrar nuevas fórmulas, nuevos caminos exteriores que complementen, pero sobre todo que pueda crear nuevas puertas en torno a la ciencia.
¿Por qué los países latinoamericanos avanzan cada vez a pasos gigantescos en materia educativa? Porque han abierto las puertas a nuevos elementos científicos, porque la cultura es tanto educativa, social, política y económica, es decir, el estudiante latinoamericano se crea, dentro del presente contexto histórico, como un reformados social, que aplica su técnica profesional y la pone al servicio de la sociedad, pero además, se crea un espíritu de esfuerzo, sacrificio y multifacético, capaz de conocer otras áreas ajenas a su profesión y en esta mezcla tan interesante, deja a un lado su papel pasivo de estudiante y se transforma en un individuo de vanguardia listo a enfrentar y recrear la sociedad con sus conocimientos científicos.
Dentro del problema mayormente observado en México, Oppenheimer (2006) nos dice: “Por increíble que parezca, en la UNAM se gradúan quince veces más psicólogos que ingenieros petroleros por año. Efectivamente, en un país donde el petróleo continúa siendo una importante industria, la UNAM produce unos 620 egresados con licenciatura en Psicología, 70 en Sociología y sólo 40 en Ingeniería Petrolera por año. Las economías latinoamericanas (incluido México) van hacia industrias con mayores requerimientos tecnológicos, para producir exportaciones de mayor valor agregado. Necesitan más técnicos y menos licenciados en Ciencia Política”.

Lo que se le olvida al señor Oppenheimer es que una de las bases medulares de los nuevos tiempos para que cada área se desempeñe con eficacia, es ese equipo técnico conformado por psicólogos, que ahora, plantean la posibilidad de una coherencia, inexistente en otros tiempos, posible en el nuestro, con un aumento en la productividad específica en cada empresa ha de desarrollar. Porque este señor visualiza el campo de acción como un cantar, sin conocer al bardo; es pues el grave peligro que se corre, cuando se desconoce o se ignora por completo uno de los papeles profesionales que, en un futuro, habrá de posicionarse como pieza fundamental en el desarrollo del país. Aunado a que muchas veces, es cuestión de olvido y engaño, la misma materia se transforma en el estímulo adecuado y necesario en cada caso, es decir, los vínculos de apertura se muestran cerrados en su mayoría y ahí es cuando el papel de nosotros psicólogos, es indispensable en el campo de la ciencia, la innovación, el aprendizaje.

Es evidente que una tarea tan titánica, requiere no sólo de voluntad y fe, sino del esfuerzo y sacrificio de todos y paralelamente crear conciencia en cada uno de nuestros compañeros, en nuestra sociedad, es decir, formar un frente sólido, que nos permita al máximo desarrollar nuevas leyes dentro del contexto educativo sin olvidarnos, claro está, del entorno social.

Teorizar y practicar, esa es la ley fundamental para abordar el tema desde otro punto de vista que nos permitirá, al cabo de unos años, la aplicación educativa con un nivel elevado, pero sobre todo con una calidad sorprendente, es decir, sustentar en estos momentos, las investigaciones realizadas por estudiantes, por maestros a fin de que, este esfuerzo tan armoniosamente compartido, produzca una visión diferente. Momento de combatir el dogmatismo en todas sus variantes y al mismo tiempo jugar un papel trascendental en la historia de las sociedades.

Pero todas las palabras balbuceantes anteriormente mencionadas, necesitan una aplicación práctica, que en cada campo científico el estudiante, motor ideológico de la sociedad, aprenda a llevarlo a cabo, donde vaya puliendo y aprendiendo de la interacción con la gente, pues es ahí donde el problema no sólo es visible, sino marca la base fundamental de intervención. Si el estudiante cree que a partir de una clase de dos horas, el estudio en su casa de unas cuantas horas más, lo harán estar mayormente preparado, cae en el error de la teorización, pues nunca comprenderá ese otro factor de acción. Es decir, sus títulos, cursos, preparación constante aunado al desafío de la práctica es de suma importancia y ojalá cada uno de nosotros lo llevara a cabo y sin embargo, el aislarse del movimiento social, acarrea que su visión clínica se reduzca a la interacción constante de sus compañeros, impidiendo conocer el núcleo del problema, entonces, es la obligación, pero sobre todo la convicción del estudiante-investigador tomar partido del problema y expandir esa conciencia de solidaridad y de vanguardia. Porque aceptémoslo, los esfuerzos, por más nobles que sean, cuando se llevan a cabo por un pequeño grupo, esos esfuerzos, no valen nada. El ignorar el contexto histórico y científico es un error dimensional que no les es permitido ni a docentes, mucho menos a alumnos. La educación no es un privilegio, es la puerta de la libertad a la que los pueblos se han aferrado cuando su deseo de desarrollo y progreso vence los males de la ignorancia y el olvido.




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