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martes, 14 de septiembre de 2010

MUJERES VICTIMAS DE VIOLENCIA Por Psic. Karen Zamora.

Las mujeres que son víctimas de violencia de género tienen diversas afectaciones ligadas entre otras causas a la pérdida de la autoestima, la carencia de habilidades sociales, el desconocimiento de sus propios recursos personales, de los de la comunidad, así como la disminución en la asertividad en la toma de decisiones y la solución de conflictos.

Conociendo que la violencia intrafamiliar se define como el acto de poder u omisión recurrente, intencional o cíclica, con el que se domina, somete, controla o agrede física, verbal, psicológica, emocional o sexualmente a cualquier miembro de la familia, dentro o fuera de su domicilio.

El estado de México ocupa a nivel nacional el primer lugar de mujeres maltratadas a lo largo de su relación de pareja, haciendo evidente que es un grave problema social, donde no se enseña que el valor de un hombre no se mide por su fuerza sino por la capacidad que tiene para el cuidado de la vida.

Por ende a pesar de las medidas que vienen adoptándose se mantiene imparable; por ello es muy importante que los profesionales y la sociedad sumen esfuerzos para combatirla, no sólo dando apoyo a las víctimas si no también a los generadores de violencia para poder extinguir de raíz el problema.

Cuando una pareja esta empezando su relación es muy difícil que aparezca la violencia. Cada miembro de la pareja muestra su mejor faceta. La posibilidad de que la pareja termine es muy alta si ocurriera algún episodio de violencia.

La dinámica de la violencia intrafamiliar existe como un ciclo que pasa por tres fases, (acumulación de tensión, episodio agudo de violencia, etapa de calma, arrepentimiento o luna de miel) las que difieren en duración según los casos. Es importante aclarar que el agresor no se detiene por si solo. Si la pareja permanece junto a él, el ciclo va a comenzar una y otra vez, cada vez con más violencia.

La mujer repetidamente abusada se destruye psicológicamente. Su yo, su individualidad se ven afectadas. Eso la incapacita para tomar las decisiones correctas. Cae en la ambivalencia efectiva ("¡Qué bueno es él cuando no me golpea!"); su autoestima queda por los suelos hasta creer ella misma que merece tales insultos y golpes, por cuestionarse valores ideológicos que sostienen la familia, por no asumir adecuadamente su papel de madre y esposa. Por eso intentan adaptarse a los requerimientos de su marido para ser aceptadas y no maltratadas, asumiendo un papel de subordinación, con las falsas expectativas de que si ella se comporta bien no dará lugar a que su marido la maltrate.
Cuando una persona cae a ese nivel, su capacidad de decisión queda prácticamente anulada, porque el principio vital está herido de muerte. Si a una persona así aplastada se le amenaza con un "Si me denuncias, te mato", se sentirá paralizada. Quizás en un último intento de supervivencia reaccione, pero usando las mismas armas que a ella la han destruido.

Las mujeres que aguantan una relación abusiva indefinidamente acaban perdiendo su salud física y mental, se enferman, toda la familia termina enferma.

Las mujeres en situaciones abusivas pierden su autoestima. No saben protegerse, ni se dan cuenta del peligro que corren.

El maltrato continuado genera en la mujer un proceso patológico de adaptación denominado "Síndrome de la mujer maltratada", que conlleva cuatro fases .


PERDIDA DE CONTROL: Consiste en la convicción de que la solución a las agresiones le son ajenas, la mujer se torna pasiva y espera las directrices de terceras personas.

BAJA RESPUESTA CONDUCTUAL: La mujer decide no buscar más estrategias para evitar las agresiones y su respuesta ante los estímulos externos es pasiva. Su aparente indiferencia le permite autoexigirse y culpabilizarse menos por las agresiones que sufre pero también limita de capacidad de oponerse a éstas.

INDEFENSIÓN APRENDIDA: Tras fracasar en su intento por contener las agresiones, y en un contexto de baja autoestima reforzado por su incapacidad por acabar con la situación, la mujer termina asumiendo las agresiones como un castigo merecido.

IDENTIFICACIÓN CON EL AGRESOR: La víctima cree merecer las agresiones e incluso justifica, ante críticas externas, la conducta del agresor. Por otra parte, la intermitencia de las agresiones y el paso constante de la violencia al afecto, refuerza las relaciones de dependencia por parte de la mujer maltratada, que empeoran cuando la dependencia también es económica.

Las mujeres involucradas en estas situaciones, impulsadas por su desvalorización, no perciben la humillación que implica el esfuerzo de intentar arrancar amor, interés o cuidados auténticos a quien no puede o no quiere darlos o sentirlos.

SI REQUIERES AYUDA NO DUDES EN LLAMARNOS (01) 55 588295 13

1 comentario:

La Bulla dijo...

Es evidente que el problema de la violencia hacia las mujeres ha formado parte de la naciòn mexicana. En Yahualica, Hidalgo es un problema que en las sierras se ha vueto de alguna manera, en una especie de "tradiciòn". Aùn nos falta mucho por hacer. Muy buen escrito Karen. Saludos. Sixtos