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viernes, 3 de septiembre de 2010

COMER POR COMPULSIÓN Por Psic. Teresa Gonzalez Ortiz.


Imagínate ésta escena: sales de algún sitio, donde pasaste una velada excelente. Has comido algo hace muy poco tiempo, pero de pronto empiezas a pensar en las galletitas y en donde estará la panadería más cercana.
Y que hay cuando vamos al cine, pero antes de comenzar la película, nos acabamos las palomitas en tan solo los comerciales o los cortometrajes.

O podemos ser de los que deseamos el pastel, pensamos en él todo el tiempo, pero no lo comemos.

En cualquier caso, antes mencionado, te sientes que vives en un mundo en el que hay que adelgazar o morir, y te desesperas. Entonces primero nos sometemos a una dieta y luego comemos con exceso.

Si dirigimos la mano –o la mente- hacia la comida cuando no tenemos hambre somos consumidores compulsivos.

Según el DSM–IV, nos hace mención al respecto. Las compulsiones se definen como comportamientos o actos mentales de carácter recurrente, cuyo propósito es prevenir o aliviar la ansiedad o el malestar, pero no proporcionar placer o gratificación. En la mayoría de los casos la persona se siente impulsada a realizar la compulsión para reducir el malestar que lleva consigo una obsesión determinada o bien para prevenir algún acontecimiento o situación negativa… Por definición, las compulsiones resultan claramente excesivas o no están conectadas de forma racional con las ideas que deben neutralizar o prevenir.

Entonces, comer compulsivamente se entiende como “la ingesta de gran cantidad de alimentos en cada episodio, la cual resulta ser claramente superior a la que comería una persona normal en un período de tiempo (por ejemplo dos horas) y en circunstancias similares. La sensación de pérdida de control (comer rápidamente, comer sin hambre, comer a escondidas para ocultar la voracidad, etc.)

Los trastornos alimentarios y la alimentación distorsionada, que han cobrado auge en las últimas décadas, se relacionan con un deterioro social, psicológico y físico significativo, en los cuales podemos encontrar síntomas clínicos significativos, como conductas compensatorias inapropiadas, como los vómitos o los ejercicios físicos excesivos.

La comida es deliciosa y no debemos de sentirnos privados de la satisfacción que ofrece. El problema reside en que, al comer compulsivamente –consciente o inconscientemente- usamos la comida para dominar la ansiedad, cuando nos sentimos estresados, para reanimarnos cuando nos sentimos solos, tristes o con temor. En verdad la mayoría que comemos por ansiedad rara vez nos damos cuenta cuando tenemos hambre fisiológica. Las señales que nos obligan a comer provienen de cualquier parte menos del estómago.

Algunos podíamos pensar que los consumidores compulsivos, son personas adictas a la comida, gordas, sin control, con problemas emocionales profundamente arraigados. La realidad es que hay de todos las tallas, tamaños y llevan vidas emocionales de todo tipo. Lo único que posee en común es su obsesión por la comida y el peso. Esta doble preocupación, es el sello distintivo de la alimentación por ansiedad. Algunos consumidores compulsivos se someten a su necesidad de comer. Otros controlan su deseo y hacen régimen. En cualquier caso, la adicción a la comida gobierna la vida del consumidor compulsivo.

Un claro desafío en el tratamiento de los trastornos alimentarios consiste en encontrar formas de incrementar la motivación para el cambio. Dado el “mito cultural de la transformación” provocada por las dietas (según el cual lograr la delgadez significa ganar popularidad y éxito), resulta dificultoso, persuadir a las niñas o mujeres a que no restrinjan su alimentación en forma excesiva.


Entre los medios de comunicación que pueden tener relevancia especial respecto a la etiología o la prevención de los trastornos alimentarios están, las revistas de moda, la televisión y los libros de autoayuda para adelgazar. La radio, los carteles publicitarios callejeros, los editoriales de los periódicos y las redes informáticas

Rebosan de imágenes de modelos y actrices jóvenes, altas, de piernas largas y muy delgadas. En las revistas de moda, estas imágenes homogéneas y constantes conviven con una variedad verdaderamente bulímica de: avisos que publicitan dietas; artículos sobre pérdida de peso; artículos y avisos que presentan una enorme cantidad de alimentos con alto y bajo contenido de calorías; avisos que muestran partes del cuerpo humano, posturas de sometimiento y otras formas del uso de las personas como objetos sexuales; y exhortaciones a convertirse en un “consumidor” voraz.

En estos medios de comunicación y en otros más. Transmiten el mensaje de que una apariencia delgada y hermosa es mucho más importante que la inteligencia, la carrera laboral, la procedencia social e incluso la salud.

De tal forma que la prevención primaria debe reducir el riesgo, suprimiendo las causas que lo provocan o logrando que el individuo sea invulnerable a él.

La intervención temprana en los trastornos alimentarios tiene como objetivos.

• Brindar información acerca de los primeros signos de los trastornos alimentarios

• Suministrar datos sobre la asistencia disponible y como solicitarla.

• Estimular modos de apoyar y ayudar a los amigos que puedan sufrir algún problema alimentario.

• Ayudar a las personas a desarrollar la habilidad para resistir los pensamientos negativos sobre sí mismas.

• Ayudar a las personas a descubrir maneras de reforzar su imagen corporal y su autoestima.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

tere te debo la mitad de mi premio sorpresa jaja por entrar a leer tu blog YA GANE... UN AUTOOOOOO... !!! Jaja no vdd???? besitos de kiwi amiwa!

Anónimo dijo...

no soy Anónimo.... soy Maricela.. jaja